En mis muchos años como consultor solo he tenido dos clientes que, por propia voluntad y sin dificultades económicas relevantes, optaron por no pagarme las facturas derivadas de mis servicios. Uno era un tipo vinculado al mundo del fútbol, que, más pronto que tarde, terminará donde se merece. El otro, un empresario recio, hijo de la Castilla profunda, que se hizo rico hace años utilizando la política como palanca de influencia y puerta de negocios. Con los dos dejé de hablar a partir del momento en que me la jugaron, pero el mundo de las redes sociales es tan conexo que de vez en cuando me llegan noticias de ambos y, a veces, algo más que noticias: sus propias palabras, opiniones y propuestas a través de algún tuit o algún rebuzno semejante.
Un tuit del castellano recio fue el primer aviso que me llegó de las caceroladas y los plantes de la calle Núñez de Balboa. Como a él no lo sigo -solo faltaría- lo suyo transitó hasta mí a través de algún otro. No sé de quién, así que no tengo manera de rastrear ni la fecha ni el texto ni el vídeo que lo acompañaba. Pero sí sé que fue pocos días antes de que el tema saltara a la prensa nacional, que la imagen estaba tomada en la misma calle y que el tuit lanzaba el mensaje, más o menos aproximado, de que los españoles de bien se alzaban por fin contra el gobierno de Pedro Sánchez para recuperar la libertad. En la fotografía se veía un nutrido grupo de ciudadanos de diversas edades y un número elevado de banderas de España tanto en los balcones como en las manos de los peatones, así como en las vestimentas de algunos viandantes que las usaban a modo de bufandas o de echarpes.
Le di poca importancia al asunto. Desde que me estafó, e incluso antes, en el tiempo en que lo traté con alguna intensidad, tengo a este personaje por muy poco digno de crédito y por muy dado a confundir la realidad con sus deseos. La foto era engañosa, como casi todas las fotos, y del encuadre que ofrecía no se extraía otra conclusión que la de que ahí y en ese momento se estaban incumpliendo algunas normas de seguridad sanitaria, pero seguramente más por inconsciencia que por mala fe.
La oposición al gobierno legal la señalizan, a modo de identidad específica, con la bandera de España en la mano.
Después, la cosa empezó a ir a más y, en pocos días, nos hemos encontrado con una locución nueva en el vocabulario político. Hasta ahora, Núñez de Balboa era un conquistador español del siglo XV de vida azarosa y final desgraciado; era también una calle madrileña ubicada en pleno corazón del emblemático barrio de Salamanca, y era, además, una estación de metro de la línea 5 en la misma ciudad ( y supongo que en otras localidades españolas existen más topónimos que conmemoran al ilustre personaje). Ahora hay que añadir un nuevo significado: «Núñez de Balboa» es la locución que expresa un determinado modo de protesta de un concreto sector de la sociedad madrileña contra la gestión de la crisis sanitaria de la pandemia del SARS-CoV-2 por parte del gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez.
Lo ignoro todo sobre la personalidad de cada manifestante en esas concentraciones diarias. Solo sé que mi excliente-estafador es partidario de ellas, pero no quiero hacer con ello una generalización extensiva a todos los asistentes. Ignoro los posicionamientos ideológicos específicos de cada uno de ellos y tampoco termino de saber qué es exactamente lo que demandan, ni como individuos ni en cuanto colectivo. No he leído ningún manifiesto, ni ningún programa, ni ningún discurso de alguien que los represente. He visto que algunos dirigentes políticos están a favor y otros en contra, y el perfil de estos me da una pista de por dónde va el cotarro.
Solo sé que se oponen a la gestión legítima y legal del gobierno de la nación en relación con uno de los asuntos más graves al que nos hemos enfrentado en mucho tiempo. Y que esa oposición al gobierno legal la señalizan, a modo de identidad específica, con la bandera de España en la mano.
Caramba.
Banderas y patrias
A mí lo de las banderas siempre me ha incomodado un poco. En el mundo del lenguaje, la bandera es una forma simple de transmitir un mensaje: representa un territorio y a las personas que habitan en él. Los mensajes simples tienen la ventaja de ser simples -se entienden con facilidad- y la desventaja de ser simples- no hay manera de matizar nada-. Como yo soy muy de matices, esta simplicidad me perturba.
Y me perturba, porque entonces aparece la engorrosa cuestión del patriotismo.
Yo mismo, por ejemplo. Yo soy español como soy enfermo de covid, por casualidad, y de ninguno de esos dos rasgos biográficos podré librarme ya nunca. No entro a valorar si me parecen bien o mal, porque ya no tengo manera de desprenderme de ellos. En tanto que español, la bandera roja y amarilla me representa, igual que me representa, como enfermo de covid, la foto que encabeza este blog, más allá de si ello me enorgullece o no.
Que una bandera represente a todos los habitantes de un país es una cosa sensata siempre que no haya unos cuantos que se la apropien y otros cuantos que la utilicen como arma arrojadiza. A mí no me emociona especialmente, pero sí me produce una sana envidia democrática ver a otros ciudadanos de países vecinos enarbolar la suya, en eventos cívicos o deportivos, como símbolo de su unidad y de su identidad, y jamás como elemento de protesta partidista contra su legítimo gobierno. Lo hemos visto en Italia recientemente, en Francia, en Gran Bretaña, en Alemania… Lo hemos visto toda la vida en todos los países sensatos. La imagen de Núñez de Balboa en nuestros países vecinos es muy rara de ver.
Así que, ya digo: no sé, ni me importa, lo que pretende esa gente (además de infectarse) en su protesta contra el gobierno de Pedro Sánchez. No sé si quieren que los dejen salir antes o después, que los dejen tomar cañas o viajar a Pernambuco. Lo que sé es que, una vez más, para reivindicar lo que sea que reivindiquen han hecho de la bandera de todos su bandera, y eso se llama usurpación.
Voy a decir algo que no he dicho nunca: es hora de empezar a buscar una que nos represente a todos. Y esta, por mí que se la queden.
Entrada publicada en el blog Enfermo de covid el día 17/05/2020