«Mi novela combate el género negro»

Entrevista a Juan Torres, autor de Todo en orden (editorialadarveblog.blogspot.com)

¿Quién es Nora López?

Nora López fue la alcaldesa de una pequeña localidad mesetaria de trece mil habitantes, y en Todo en orden nos narra los sucesos que tuvieron lugar durante siete días, cuando vio peligrar su reelección y tuvo que emplearse a fondo.

¿Pero existió Nora López?

No, no. En absoluto. Como Flaubert y Emma Bovary, Nora López soy yo.

Nora es un personaje moralmente dudoso y socialmente incorrecto. ¿Te has basado para crearla en personas reales?

Nora es un personaje de ficción y toda ficción se asienta en la realidad porque incluso la imaginación más desbordada necesita anclarse en la evidencia. Lo que se cuenta en Todo en orden tiene mucho que ver con la política española de los últimos cuarenta años, pero mi modelo para esta novela está tomado también de la ficción. Nick Corey, el sheriff psicópata de 1280 almas, es el alter ego de Nora López. Y nada me gustaría más que ser acusado de plagiar descaradamente a Jim Thompson.

Tu novela, por tanto, se adscribe al género negro.

Mi novela combate al género negro. Estoy de novela negra hasta el gorro. Estoy de suecos, y noruegos, y escoceses, y juezas supereficientes, y detectives entregados, y periodistas listísimos hasta más allá de las narices. Así que he escrito una novela contra todo eso.

¿Y el resultado?

Doscientas páginas que se leen con facilidad y en las que me he esforzado por arrancar unas cuantas sonrisas. Si encuentro un lector que no se sonría ni una sola vez al leer Todo en orden me consideraré un fracasado.

¿Hay algún mensaje que quieras transmitir a través de este libro?

Si quisiera transmitir un mensaje no habría escrito una novela sino un ensayo. O un catecismo: los catecismos son idóneos para transmitir mensajes. La novela es la más modesta de las actividades literarias: el autor inventa unos personajes y esos personajes hacen cosas que no modifican en nada el transcurso de la historia. Como mucho, la novela puede encender alguna lucecita en el magín de algún lector. Una lucecita que le ayude a entender un poco mejor la vida. Muchas veces, ni eso: la novela, como género, no es más que un modo de pasar el rato. Y empieza a quedarse anticuado.

¿Por qué escribes novelas, entonces?

Por tres razones: porque es una de las pocas cosas que sé hacer; porque me divierte, y porque los amigos me jalean y me refuerzan la autoestima.

¿Y qué lees? Muchas novelas negras, supongo…

Hace años que no leo novela negra. Yo creo que fue Ellroy el último autor del género que me sedujo. Y novela a secas leo poca: la ficción da poco juego y es muy engañosa. Estoy además ya en la edad de dar marcha atrás, de releer mucho, de reencontrar joyas casi olvidadas. No me obligues a dar nombres, pero te diré que en la mesita que tengo en mi despacho siempre está la Ilíada, en la traducción de García Calvo, a la que vuelvo sin desmayo.

Entrevista publicada en el blog de la Editorial Adarve el día 24 de junio de 2021

Cómo nació Nora

Nora López, la protagonista de Todo en orden, es un personaje de ficción.

Puede parecer una obviedad afirmar tal cosa, pero tiene su importancia. La relación entre Nora y yo es la misma -salvando las distancias- que la que hay entre Flaubert y la señora Bovary: Nora López soy yo. Todo en ella es puro despeñamiento de mi imaginación y estoy convencido de que no hay alcaldesa de este país que es España que se sienta reflejada en ella.

O sea que, por ahí, nadie me va poder demandar.

En qué momento nació y por qué, quién sabe. Debió ser allá por el año dieciocho, cuando la pandemia no aparecía ni en las previsiones más agoreras, y nos prometíamos unos años razonablemente felices a base de endeudamiento infinito y patada para adelante -o sea, como siempre, como ahora.

Yo estaba cabreado. Me pasa con frecuencia. Cabreado con la vida, con la política, con las instituciones, pero cabreado especialmente con la literatura tramposa con la que nos inundan las editoriales mainstream para hacernos creer que leyendo lo que ellas publican se entiende mejor la realidad.

Es mentira, naturalmente, siempre ha sido mentira, pero lo es más en estos tiempos en los que la novela negra se ha convertido en el gran referente de la cultura prescindible de la clase media.

La novela negra -no confundir con la muy respetable novela policial británica de doña Agatha Christie y de sir Arthur Conan Doyle- nació en los primeros decenios del siglo pasado, como respuesta comercial, emocional y estética a los duros años de la Gran Depresión. Pero por arte de birlibirloque, unos y otros la han convertido en la lectura cómoda y evanescente de quien novelas porque fumar porros les sienta mal.

No me voy a parar ahora en esto. Lo que quiero decir es que la novela negra de ahora no me interesa en absoluto.

Nora López es Nick Corey

Adonde yo quiero llegar es a Jim Thompson. Jim Thompson es mi ídolo. Uno de esos escritores admirables y únicos, en los que vida y literatura se entremezclan sin que resulte fácil deslindarlas.

Como Homero, un poner.

Jim Thompson publicó unas treinta novelas y yo me las leí todas -todas las traducidas, porque su inglés no está a mi alcance- cuando buena parte de mi tiempo lo desperdiciaba en leer novela negra en lugar de labrarme un futuro en alguna prestigiosa escuela de negocios. Me vi también todas las películas que se rodaron a costa de sus historias.

Hace años que no vuelvo sobre las obras de Jim Thompson. Con una excepción: 1.280 almas, una novela que releo al menos una vez al año, junto con la Iliada y con alguna de las cosas de Sciascia.

1.280 almas es una novela prodigiosa, porque en muy pocas páginas, y en eso le gana a Homero, condensa el más despiadado, irónico y verídico retrato de la humanidad.

Como un tríptico de El Bosco, como si dijéramos.

Con un protagonista narrador -Nick Corey- que tiene todo lo que hay que tener en esta vida para triunfar: cinismo, inteligencia y una absoluta amoralidad. Nick Corey se quedó en sheriff de una pequeña localidad del sur de los Estados Unidos porque era muy vago. Con un poco más de laboriosidad hubiera llegado lejos: no me hagan decir a qué.

Total, que yo allá por el año 18 estaba cabreado y necesitaba algo más que leer 1.280 almas para canalizar mi cabreo. Necesitaba escribirla. Plagiar descaradamente a Jim Thompson y poner en un castellano equivalente su descalabrado inglés.

Me puse a retratar a Nick Corey. Y así nació Nora. Nora López soy yo, pero también Jim Thompson.

Ya les iré contando.